Los autocares grises de Avant paran en la rotonda y escupen a los trabajadores sin demora, como en un desembarco. Uno, dos, tres, cuatro, cinco... Los obreros aún llevan puesto el chaleco naranja y el casco amarillo. Sus caras reflejan cansancio, pero su paso es firme. Algunos se escapan un momento a Mercadona, pero la mayoría se encamina al hotel, que pronto será la hora de cenar y hay que darse una ducha y hablar con la familia que está lejos y relajarse un rato, que mañana hay que volver a madrugar, para que esos mismos autocares grises que ha puesto a su servicio la empresa Limak pasen a recogerles a las siete de la mañana y les conduzcan de Calella (Barcelona) hasta el Camp Nou.
Fuente: elpais.com