El primer ministro francés, Sébastien Lecornu, afrontaba este martes el día clave de su mandato. No solo estaba en juego la estabilidad de su Gobierno, sino toda una apuesta por un método de trabajo construido a través de los acuerdos y del debate parlamentario, insólito en las últimas décadas en las que ha transcurrido la V República. El jefe del Ejecutivo se había comprometido a su llegada a cambiar el sistema, a renunciar al artículo 49.3 de la Constitución, que le permitiría aprobar por decreto las iniciativas parlamentarias. No había opción. Volvía el parlamentarismo, el poder de la Asamblea. Y la apuesta le ha salido bien. De momento.
Fuente: elpais.com