Un par de consideraciones tras contemplar los ocho capítulos de la primera temporada de Los amos de la ciudad. En primer lugar, Liverpool, una de las dos localizaciones por las que transcurre la serie, y aun conscientes de que fue allí donde se formaron los Beatles, es una de las ciudades más feas que existen, fea y anodina, mal que les pese a los apasionados hooligans locales. En segundo lugar, señalar que la familia mafiosa que protagoniza la historia, y deseosa de desaparecer un tiempo por las incomodidades que acarrean las investigaciones policiales, decide trasladarse a la malagueña Costa del Sol, lo que como sabemos es una zona privilegiada para el turismo, para el refugio de delincuentes y para el viaje de algunos alcaldes locales desde la sede municipal al Centro Penitenciario de Alhaurín de la Torre.
Fuente: elpais.com