Una hora y cuarto antes del partido, desde una calle aledaña se desplegó un juego de fuegos artificiales. Como si el Madrid tuviera algo que celebrar. El espectáculo pirotécnico anunció cosas excepcionales en el Bernabéu: Rodrygo marcó con el Madrid 281 días después y las manos de Courtois se ablandaron en el momento más inoportuno. Así funcionan las cosas en los equipos sin gracia. Encuentran un tesoro y lo desaprovechan casi al instante con el menos pensado. Para colmo, a Rüdiger le dio por agarrar a Haaland.
Fuente: elpais.com