Al otro lado del teléfono, Edurne Pasaban se presentó y se ofreció a quedar, tomar un café y charlar. A fin de cuentas, ambos habían nacido en Tolosa, Gipuzkoa, lo que facilitaba mucho las cosas. Ocurrió hace menos de un lustro y por aquel entonces Julen (nombre figurado) pasaba horas oscuras sin un diagnóstico claro para una enfermedad misteriosa que le había sumido en el pozo de la depresión, una forma de angustia similar a la que la propia Pasaban había conocido años atrás, en la espiral de escalar los 14 ochomiles del planeta. No se conocían, pero Julen accedió a verse, charlaron de forma distendida y cuando se despidieron la enfermedad seguía ahí pero matizada por una decisión: pelear sin la tentación de acabar con todo de forma radical. Hoy en día, completamente recuperado, Julen sigue pensando que aquel gesto define a Edurne, mucho más que el título de primera mujer que escaló los 14 ochomiles. Un cómic recoge ahora la vida de sube y baja de la alpinista vasca, viñetas y textos breves que hilan sus ilusiones y sus episodios negros, el camino sembrado de obstáculos hasta convertirse en una de las grandes referencias femeninas del montañismo.
Fuente: elpais.com